Tantas cosas me hacen dudar y temer, y me gustaría ser más fuerte, pero no lo soy. Quizá en algún otro lado. Algún mundo paralelo que pudiese crear y manipular a mi conveniencia. Y si tan solo realmente ese mundo existiera. Lamentablemente no tengo de otra que vivir así. Exponerme cada minuto al mundo que me rodea, jugarme con todo lo que es ser mi yo. Y para eso me sirve escribir. Escribo probablemente por que el papel no puede juzgarme. Porque en mis palabras, es sencillamente lo que quiero y punto. Porque mi propio pensar no puede lastimarme, al menos no de forma aislada.
Me gustaría pensar que quien lee mis escritos me considera valiente, por decir lo que pienso, por abrirme a un mundo desnudando lo que soy, por todas, por ninguna, por lo que sea. La fortaleza es la cualidad que más admiro, y la que más me gusta transmitir. Eso es lo que intento, en el fondo, es la meta. Pero al final se que no soy más que alguien en versión única, como lo somos todos, pero que simplemente se da a conocer por su propia manifestación. Y no se sí escribir realmente me brinde eso que deseo, pero lo que sí puedo asegurar es que me brinda seguridad. Mis escritos son un lugar cómodo y seguro en el cual estoy aislada de todo aquello que pueda lastimar o reprimir mi espíritu. Por lo cual, al menos por esos momentos, en esos lugares de mi mente, me siento invencible, intocable. Quizá perduren por un tiempo, quizá de ahí verdaderamente saque valor.