Lo divertido del amor y el respeto

Me gusta considerarme una persona observadora y detallista, pues así actuo. Miro a las personas y sus gestos, escucho sus historias, y luego uno los puntos para sacar, más que conclusiones, patrones genéricos de comportamiento. Ultimamente he notado algo muy interesante,  y es como nosotros los seres humanos hablamos de como no hay vida sin amor, cuando lo que más buscamos no es el amor, sino el respeto. Nos preocupa más un acto de sumisión de parte de otros que una genuina muestra de cariño. Y al final, cuando ya no quedan ni las cenizas de aquellos fogosos romances donde se jura el supuesto amor eterno, lo que nos duele no es el final, es que nos falten el respeto. Nos duele como nos faltaron el respeto con mentiras anteriores y con descaros presentes, y nos sentimos culpables por nuestros engaños y descaros. Pero más interesante que esto fue la diferencia que noté en mí al entender esto. Como he dicho antes, es la ira y no el interés el principal motor de mis acciones, así como antes lo eran la indiferencia y la comodidad. Ciertamente mi esquema de valores ha cambiado, pero lo más peligroso es que disfruto cada pequeño paso en lo que muchos denominan mi autodestrucción, aunque yo lo denomino autodescubrimiento. Conocer y contactar tantas facetas de mi persona era lo que me hacía falta para finalmente como mujer.